Por Sathya Sai Baba
“A continuación les voy a enseñar el método más universal y efectivo que existe. Éste es el primer paso de la disciplina espiritual. Dispongan unos cuantos minutos cada día para este ejercicio y vayan prolongándolo conforme experimenten la dicha que les proporciona su práctica. Háganlo antes del amanecer, cuando el cuerpo está fresco después del descanso del sueño y las agitaciones del día aún no los han poseído. Tengan una vela o una lámpara con una llama firme y recta. Siéntense en postura de loto o en alguna otra que sea cómoda para ustedes enfrente de la vela. Concentren la mirada en la llama sin parpadear durante determinado tiempo, cierren los ojos y traten de sentir la llama en el entrecejo; háganla descender hasta el loto del corazón iluminando todo a su paso. Cuando entre en el corazón imaginen que los pétalos de loto se abren y que la luz baña cada pensamiento, sentimiento y emoción alejando la oscuridad.
Ante la luz no hay lugar donde la oscuridad pueda reinar. La luz de la llama se vuelve cada vez más brillante. Dejen que penetre en las extremidades; ahora esas extremidades ya no pueden ocuparse en actividades oscuras y perversas; se han convertido en instrumentos de luz y amor. Permitan que la luz llegue a la lengua y desvanezca la falsedad que reina en ella. La llama llega a los ojos y oídos y ahí destruye los bajos deseos que los infestan con escenas malsanas y conversaciones pueriles. Ahora permitan que la cabeza se llene de esa luz y ahuyente de ella los malos pensamientos.
Sientan que la luz dentro de ustedes, conforme realizan su ejercicio, va aumentando en intensidad, y se extiende a su alrededor en círculos cada vez más amplios, abarcando a sus seres queridos, parientes, amigos, hombres y mujeres, conocidos y extraños, y envuelve hasta sus rivales y enemigos, dondequiera que se encuentren; todos los seres vivientes, el mundo entero.
Debido a que cada día la luz ilumina todos sus sentidos, tan profunda y sistemáticamente, pronto vendrá el día en que ya no podrán complacerse con espectáculos pecaminosos o anhelar escuchar historias oscuras y falsas o ansiar alimentos y bebidas intoxicantes o acudir a lugares dañinos o idear planes malévolos en perjuicio de los demás. Quédense ahí, con esa sensación, y sean testigos de la luz omnipresente. Si acostumbran adorar a Dios en alguna de sus formas, traten de visualizarlo en esa luz todopermeante. La luz es Dios y Dios es la luz.
Practiquen esta meditación tal y como se las he recomendado con regularidad y a diario. En diferentes horas del día repitan el Nombre de Dios teniendo siempre conciencia de su poder, misericordia y magnificencia.
En cada respiración ustedes repiten “Soham~ “Yo soy Él”, y no sólo ustedes, sino todo ser vivo en la creación. Esto es un hecho que siempre han ignorado. Acéptenlo ahora. Cuando observen su respiración y mediten en esa gran verdad, Yo soy Él, lentamente ambos se fundirán, y para siempre desaparecerá la dualidad. Soham se habrá transformado en Om, el sonido primigenio; el Pranava que los Vedas proclaman como el símbolo del Absoluto Universal, subyacente en todo, sin forma. Ese Om es la propia forma, la realidad detrás de toda esta “irrealidad relativa”. Ésta es la práctica más genuina, el trecho final en el progreso del buscador. Pero antes de ésta, hay muchas etapas preliminares, cada una de las cuales requiere mucho esfuerzo y perseverancia. Para empezar, yo les aconsejaría ser fieles a un solo nombre de Dios, una personificación de uno de los innumerables atributos de su gloria; además de la expansión de su amor, la eliminación del odio y la envidia de sus mentes, viendo al Dios que adoran en cada persona con tanta claridad como lo ven en ustedes. Así se convertirán en encarnaciones de amor, paz y felicidad.”
Extracto tomado de: Discurso de Sai Baba del 21 de Noviembre de 1979.